"Otra alternativa
es posible"
LIBERARCE,
EDITORIAL DE ABRIL 2013
El año
2012 fue sin lugar a dudas, uno de esos años que quedarán en lo mejor de
nuestros recuerdos. Si algo caracterizó el 2012 fue la movilización popular y
la lucha social encabezada por la clase obrera. Es digno destacar el hecho de
que la juventud uruguaya también fue gran protagonista y participe de ese
proceso de movilización. Todos nos llenamos de orgullo al ver los overoles
portados por miles y miles de jóvenes que, desde su sindicato pelean para
transformar su realidad; o a los miles de estudiantes que protagonizaron uno de
los 14 de Agosto más grande de los últimos años; y no puede quedar fuera, el
gran encuentro de la juventud uruguaya en el 57 aniversario de la Juventud
Comunista con más de diez mil jóvenes que demostraron una vez más, que es
posible reavivar la llama de la lucha juvenil. Por cierto que, ya como moneda
corriente, los medios de comunicación y la Derecha, poco y nada hablan del
papel de los jóvenes uruguayos en la construcción del nuevo Uruguay, que dicho
sea de paso, no es el nuevo uruguayo de "Nuevo Siglo". Pero sí hablan
por demás y de manera insistente del involucramiento de los jóvenes,
particularmente de los "menores", en los hechos de violencia e
inseguridad.
En estas
líneas, no pretendemos continuar con el debate en torno a si son más del 5 % o
menos de ese porcentaje los adolescentes que cometen delitos. Desde LiberArce
consideramos que es momento de retomar la ofensiva juvenil y demostrar que
existen serias alternativas a los problemas de inseguridad. Está más que claro,
que las soluciones no se circunscriben a la propuesta de aumentar las penas o
de bajar la edad de imputabilidad. Las propuestas alternativas que surgen del
movimiento popular son palpables y con resultados a la vista, mientras que las
que promueve la Derecha son discurso para la tribuna y los resultados de sus
"innovadoras propuestas" demuestran que no son una salida, son más de
lo mismo. Lo central a resolver en torno a los problemas de inseguridad no es
si encerramos a más o menos jóvenes, no es si están 5 o 40 años encarcelados,
sino que el eje fundamental debe estar puesto en dos sentidos: por un lado en
la construcción de oportunidades a través de la solidaridad para que se
construyan alternativas, donde el delito vaya desapareciendo; por otro, para
quienes ya están cumpliendo penas se debe pensar en un proceso socio-educativo
que logre reinsertarlos en la sociedad de manera óptima.
Sobre esto
último, el PIT-CNT viene trabajando fuertemente y con total éxito. Esto se
lleva a cabo a través de convenios que involucran al INAU, a la central de
trabajadores y algunas empresas. Son más de 150 los jóvenes que estaban
internados en el INAU - de un total de 480 en 2012- que hoy a raíz de estos convenios
tienen la oportunidad de trabajar dignamente con un proceso socio-educativo de
acompañamiento que los contiene social y afectivamente. Cabe destacar, que
ninguno de estos jóvenes ha reincidido en la delincuencia. Dato contundente si
los hay. Desde nuestra óptica, esto responde al hecho de que la generación de
oportunidades en el mundo del trabajo, ayuda a dignificar la vida y a dotarla
de nuevos sentidos.
Es una
tarea para nada sencilla, porque nos enfrentamos a los valores predominantes en
la sociedad. Es decir, para que haya "rehabilitación" es fundamental
ir transformando la sociedad y el sistema de valores que le da sostén a esa
sociedad. No sólo es un proceso hacia quienes delinquen. Es necesario derrotar
el consumismo, el individualismo, la cosificación de las personas y la cultura
de la impunidad. En contrapartida, hay que educar en torno a la solidaridad, el
respeto a la vida y a la visión crítica y problematizadora de la realidad. Este
proceso, que en última instancia implica un proceso de ideologización, no se
logra de la noche para la mañana. Es preciso remarcar que no hay
"rehabilitación" posible si no se considera el problema desde la
integralidad, asumiendo que el problema no sólo lo tienen aquellos que han
incurrido en el delito. El fondo de la cuestión y sus causas más profundas, son
un producto histórico de la sociedad que nos involucra a todos, y por tanto,
lejos de mirar hacia un costado con dedo acusador, hay que ser plenamente
conscientes de que este problema lo resolvemos entre todos, o definitivamente
no se resolverá.